Ella, la de labios de grosella…
Sin rubor ni maquillaje, con el calor en las mejillas que nació sin pagar peaje, vino a vivir sin impuestos caros a base de bases y labiales.
Por sombras, la del alma y esas ojeras que le presten los desvelos por quien sabe qué motivos y esas pestañas delgadas, algo curvas, sin el peso de polvos estorbando el abaniqueo.
Yo le creo si me dice lo que diga, tengo como secreto el saber que ese delineador, lo forjo la risa y no una empresa, a menos que sea la de su vida, vida paso de ropas caras y tacones altos, para mí se ven vulgares, quiero naturalidad, la verdad mejor esperar no ver nada parecido, a conformarme con lo común de la mayoría. Entre humo de cigarro y botellas, vestidos de lentejuelas y sonrisas para verse bien en fotos, esas poses ensayadas al espejo, paso y me quedo con mi flor del campo.
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