Baila bailarina, eres mi nueva obsesión. Acabas de ser agregada a la lista de materia prima para mi nueva lección… de vuelo. Voy a enseñarte como despegar el culo y no volver a tocar… el suelo. Yo no sé de que haya sido el pincel o quien haya fabricado el cincel para que un Dios tan torpe te creara mujer. Si apenas tocas el piso, si a penas me contengo y no aseguro el aviso de que te llueva en tropel letras de este torpe que ves, ya me ha pasado otra vez. Jure no volverlo a hacer. Pero es que tu piel me envuelve de miel, me seduce a creer que lo que mi mente imagina quizás y puede ser. ¿Cómo sera? Envolverte en sus besos hasta el amanecer, taparte con sus brazos y olvidarte hasta de respirar, ¿tú crees? Dejémonos de rodeos voy a decirte que:
Quiero resbalarme por tus piernas, escurrirme entre tus pies, quiero ser la lluvia de junio que te empape cuando tengas sed. Quitarte esas sandalias y esconderlas en el closet, dejarte el vestido y el cinto, juguetear un poquito, volverte loca a besitos. Meterme entre los pliegues de tu falda de holanes, levantarte un extremo dejando todo lejos del alcance de la vista, ser el viento que te rodee completa pero… aun no te desvistas. Correr por tu espalda en caída libre al paraíso, acariciar cada leve musculo de esa superficie semi plana que das para mostrar desprecio, escribirte un secreto, ser parte de otro y causarte un tercero, ser el sudor que revele a la mujer bajo la niña que me teme. Tomarte del cabello, jalarte un poco, algo agresivo y moderadamente loco, contrastar con un roce en la mejilla adyacente, ponerte demente, sentirte inconsciente, gritarme detente, desearme entre dientes, morderte la boca latente, quitarte…¿la ropa? ¡Contente!… que no soy el que buscas, mon chérie, mejor vete.
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