ENTRO.

En esta etapa de mi vida donde no sé porque... quizá por empezar las lluvias y encontrarme en mi zona (me veo mejor bajo las gotas de un cielo que se derrite), o quizá por el cabello que había mantenido 5 años al ras de mi cabeza y que ahora crece, o por estar dejándome llevar por mis impulsos que mas que lógicos son autodestructivos y que quizá esta naturaleza rebelde les excita por algún extraño motivo, o quizá simplemente por aquello que dije de "basta de esta abstinencia masoquista, hora de desenfreno exótico" ...sobran ojos interesantes con los que pueda ver la oscuridad de lo intimo y si me aventuro a decir que podría estar tres meses enteros estrenando mujer cada fin de semana, no es por vanidad sino por cálculos fríamente realizados, en esta etapa, decido sumergirme en el peligro de una reputación dudosa, para construir una relación bastante adrenalínica.

Quizá por sus ojos delineados a mano por algún artesano de pensamiento ausente, quizá por esa ternura adjunta a la rebeldía de sus actos la cual pocos desafortunados observan por la densísima capa de humo de tabaco que la cubre, quizá por ese cuerpo exageradamente perfecto, como zurcido a mano por alguna costurera vieja, piernas someras de porcelánica consistencia, cintura en declive hacia su centro de gravedad, senos blancos finamente terminados, conjunto demasiado mortal como para tomar en serio, quizá por su actitud ignómita hacia la vida entera, quizá solo por que se escoger muy mal a la mujer que me acompañe un tramo de mi camino o muy bien, quizá por lo que sea que aquellos pájaros negros canten en su madriguera...

Pero aquí estoy... a la mitad de un huracán de 17 años con demasiada fuerza para mis 23 temporales de tremendísima lluvia, esquivando vacas y tejados, autos sobrevolando, cuervos graznando a todo pulmón para intentar causarme daño, por aquello de los palos y las piedras pero las palabras...

¿Yo? Entro, dime en cuanto están las apuestas y duplico.