Rose su pantorrilla con una letra caliente, quedo la marca rosa, ahí para distinguirle de las demás, para que la gente diga: ella estuvo con un escritor, uno bueno.
Le hice saber que note la falta de la mirada aquella que solía tener antes de conocernos, esa que exploto cuando me vio por vez primera.
Ella solo dijo: ¿Ha, si? Se a de haber ido junto con tus besos, aquellos que prometían cosas.
Tal vez -respondí-.
Era un día gris pintado con asfalto, y negro con blanco de zinc en distintas porciones. Un pincelazo de rojo carmín para sus labios y lo demás, en grises. Bonito cuadro aquel que pintamos esa noche.
Deje de hablar y de mirarle, ella dejo de guardar silencio y disparo una ráfaga de letras inentendibles que esquive con comentarios semi racionales.
Al final, el cuadro quedo en color mate, todo destrozado, con una mirada pintada de azul cobalto y otra con una enorme falta de pintura.
Me pare y salí de ahí, no soporte tanta falta de expresión.
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