12.01.2016

QUERIDA SOLEDAD.

He tenido la dicha de aportar pequeños empujones a las vidas de algunas personas. Lo se, ya que incluso algunas lo han agradecido, puntualizado y al mismo tiempo, me han servido a mi de empujón. Y estoy totalmente complacido al saber que personas tan grandes me adjudiquen ese animo a los inicios su carrera, sueños cumplidos y cambios radicales a su vida.
Pero lo más difícil de todo, ha sido cambiarme a mi.
Comenzar a pensar. Dejar de temer a lo que otros temen. Querer lo que otros quieren. Ser como otros creen que hay que ser. Porque señores, eso es la educación que recibieron de sus padres.

Cuando jugaba fútbol me enseñaron a darlo todo, en cualquier situación, en cualquier momento, sin importar las condiciones. Sacar la casta.
En la carrera de derecho me enseñaron a cuestionar todo.
La gerencia en mundos de lujo a desconfiar de todos.
Amar sin medida ni precaución a que las personas no lo quieren todo, quieren lo que se merecen. Y para ir descubriendo que tanto amor cree merecer a quien quieres, hay que amar de a poco, midiendo proporciones. Como cocinando, que no quede muy salado ni muy insípido.
Confiar ciegamente me hizo ver que el cariño no tiene porque ser recíproco y que si a ellos no les importa romperte el corazón, tu corazón no debería de romperse.
Pero nada de eso me enseñó a pensar por mi mismo. Nada de eso me hizo entender porque me sentía tan incómodo con el mundo. Nada me ayudó a dejar de soñar y ponerme a hacer.
Esto me lo enseñó estar muy solo.
Todos necesitamos una dosis de soledad. Algunos mas, otros menos. La soledad desespera, comanda ansias, enloquece, propicia malas decisiones, peores elecciones. Pero si no se le rechaza, si se le aprende a usar, a convivir con ella, a aburrirse y aceptarlo. Cuando sobrepasen ese paso al borde de la locura y... se vuelvan locos porque ya no queda nada más que hacer. Cuando juren claudicar mil veces... Pero no lo hagan. Cuando utilicen la apatía y la disciplina como herramientas en los días sin fe, porque los habrá. Cuando dejen de recordar solo lo bueno, porque lo malo es igual de útil y valioso. Después de todo eso y mucho más que seguro iré descubriendo. Solo después de eso aceptarán que no están cambiando, están volviendo a ser la personas que siempre han sido. Y que los miedos, traumas, juicios, prejuicios, rechazos, abusos, abandonos y traiciones nos fueron ocultando, escondiendo en un lugar bien lejano para que nadie le hiciera daño. Prometiendo sacarla algún día y que fuimos olvidando porque... Solo fueron llegando mad miedos, traumas, juicios....
Solo entonces podrán tener lo que es suyo, lo que merecen, lo que quieren.
Siendo realmente ustedes y no ese teatro de obra repetida al que llaman personalidad.

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