Es
imposible vivir sin besos, no dejar el aliento en ellos, perder la respiración,
ahogarte en el otro, intercambiar las almas, rozarse lentamente, morder un poco
sin querer, morder un poco queriendo, apretar sin soltar, no dejar ir, dejarse
marchar con el otro. Es imposible sin caricias, surcar su rostro níveo, bajar
por su cuello largo, saber que esa piel es tu premio, un homenaje y trofeo.
Arrebatarle los besos de sus comisuras, rogarle cariños con tus manos,
dibujarle historias por su espalda. Ser cómplices de horas de paz en medio de
una guerra sin final. Saber que no importa sí afuera eres su novio, su amigo o
amante, aquí dentro son todo, son ustedes, son lo único que existe, por que
evocar cualquier recuerdo o situación de la superficie en realidad sería
triste. Bailar sin pararse de la cama, seguir el compás y el ritmo, quitarse
los miedos y traumas, dejarlos con la ropa y sentirse vivo, exudando deseo,
escupiendo amor. Vivir sin sexo es imposible, mirarse fijamente por un segundo
eterno, meterse en el otro, surcar sus adentro, planear con la mirada sus más
profundos deseos, se dicen las bocas que no dejaran de besar aunque ya no haya
boca y encuentren un pecho desnudo, un muslo rojizo, un vientre deseoso. Y van
mis manos traviesas buscando ensamblar tus piezas, cada caricia en su tiempo,
momento y lugar, voy a rendirle homenaje a tu templo salvaje, a tu instinto
animal, a seducir tus fetiches, a contarles que se dejen ser ellos, que salgan
a la luz del sol, que aquí nadie va a juzgarlos, que con ellos todo saldrá
mucho mejor. Tomarte de las caderas, susurrarte la vida, tranquilizarte los
miedos, aferrarte de la espalda, empujarte el hombro, enredarme en tus piernas
y no dejarte de mirar y hacerte el amor aunque la casa se caiga, aunque el
techo se venza, aunque el mundo se acabe...
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