MALOS JUEGOS

Sus besos me saben a metanol, me provocan vomito; salgo de la casa, corro a la esquina para devolver y regreso para seguir besándola. Al mono de mi espalda no le importas, a mí tampoco. Si fuera tú, corro ahora que es temprano. Indiferencia absoluta ante el monstruo que duerme en mi cuarto y me acaricia las pelotas, la barba ya no importa, importan los ojos y el juego de manos. ¿Propósito? No se necesita cuando se juega a perder la dignidad que queda y volver lúdico hasta el más mínimo motivo para decir, buenos días.

Salúdame al demonio vida, dile que me quedan pocos días pero que no pienso ir a verle, sino disfrutar del cielo que me gane con serle infiel en mis años imberbes.