Con
meticuloso cuidado, distraidos ademanes surcan por el lienzo empapado de sudor
de su espalda. Ella sabe que el hombre a quien le acaba de hacer el amor no está
jugueteando en su espalda, no esta distraído pensando en otra cosa, está
haciendo otra obra maestra que se esfumara con lo efímero del momento mismo.
Ella entiende lo poco ortodoxo de la relación, los espasmódicos encuentros y la
falta de saludos afectuosos. El la ve y un hola basta, después de no haberse
visto por seis meses. No era tiempo de verse y ahora sí, es toda la explicación
que el necesita y ella sabe que, es toda la explicación que obtendría si
preguntara, mejor abstenerse y evitar una pelea que asuste al gorrión. Ella no
sabe si escribe, dibuja o pinta en su paleta, por su espina dorsal, alrededor
de su cintura, ella solo sabe que ahí, en su cuerpo desnudo, tumbado en esa
cama vieja, se gesta una obra maestra, nacen trazos que morirán en cuanto ella
se gire, se forman siluetas al vuelo de los dedos de su amante. Ella entiende
el ausentismo de su anfitrión, el porqué de la falta de un titulo, las razones
de su relación para algunos, mórbida y enfermiza.
Ella
sabe, pero ustedes no. Por eso ella está con él y ustedes, no.
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