LICÁNTROPO ESCRITOR.

Cuando la noche sopla espero el aullar del viento,

se me paraliza el alma, me empiezo a sentir violento,

la luna me sonríe es mi amuleto en esta alquimia.

Comienzan los espasmos, los mareos y la arritmia,

dejo de pensar claro, me dominan los instintos,

me vuelvo nictálope, ahora veo todo distinto,

mi columna se encorva, mientras mis manos se tensan,

se que ya no soy yo mismo y así la masacre empieza;

mi victima sangra, mientras la devoro entera,

no dejare evidencia, la matanza es placentera,

para un buen oyente mis aullidos son siniestros.

Me atormenta el salvajismo con que realizo el secuestro,

pero la culpa se larga porque me alimenta el alma,

esperar paciente mientras observo con calma,

al momento oportuno para desgarrar su piel.

Ataco con mi pluma sobre el blanco del papel,

me paso la noche en vela, esta maldición consume,

soy una bestia en esto, tanto desvelo me entume.

Algunos me llaman genio, otros loco irracional,

yo me defino enfermo y me encanta mi enfermedad.

¡Mama soy escritor! tengo tinta entre las venas,

no me importa nada si no se refiere a letras,

prisionero de renglones, amante de mi condena,

mi atención difusa entre los párrafos se centra,

me enamoro de imposibles para mejorar mi estilo,

con cada palabra nueva mi pluma gana más filo,

recurro al masoquismo hasta que el dolor me mata,

todo por el placer de hacer nudos tu garganta.