Pero, si se aprende a respirar, a amar se aprende también; empieza con la mirada, con las guerras esas, los juegos de palabras, coqueteos y roses, y cada quien sigue el juego hasta que la guerra queda en estado diplomático y, mirarse fijo invita; el contexto es silencio y solo queda esperar que las imagenes accesorias se derritan, esperar a que se repita, ese flechazo suyo, ese segundo exactamente antes del amanecer, ese "hola, estos son mis labios, mucho gusto".
1 comentario:
¡Te la retromegamamaste!
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