Volver al ejercicio de exprimir la pluma, recitando poemas a
los oídos de la luna, desvelos provocado pensando en alguna que mañana te dejara lleno de dudas y es que el corazón no aprende eso de vuelos bajos y menos por esa espalda, que aprendí a planear por las cordilleras de esa falda, si me crecieron otra
vez las alas fue para llevarla lejos lo sé. Y entre tres millones de poemas
tengo una cuestión sin resolver, como le hablas bonito a esos ojos sin perder
la fe, cuando esos abanicos que llama pestaña avienten huracanes cansada de
escuchar lo mismo una y otra vez. Estoy cansado de este juego y miro aburrido a
esos tipos en el bar, con la pose de John Wayne y la camisa abierta en el
pecho, con la actitud de de lindo y escupiendo mentiras sin parar, me dan tanto
asco mademoiselle. Y no sé cómo explicarle que yo solo quiero contagiarle
sonrisas, si me regala un tal vez detengamos ahí el tiempo y no me dé ni un
beso no lo necesito aun, que una mirada suya puede mejorar mi mal humor,
caminemos como niños y digamos tonterías por ahí, sentaditos en la banqueta sin
nada que decir, recargadita en mi hombro viendo pasar el tiempo, dejándolo que
se canse, nosotros estamos bien aquí. Que se caiga el mundo entero, puede
desplomarse el cielo, y partirse en dos el suelo, que yo sigo flotando con
usted en mi desvelo.
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