Sopla quedito la brisa, el paisaje se antoja a cliché, el césped parece
pintado, el horizonte vacio, tremendísimamente tranquilo. Vuela entre girones y
recovecos del viento un solitario diente de león, lo arrastra como la marea
tantas cosas, lo empuja como al tiempo tantas voces. Se va, se va, vida mira se
va. Deberías perseguirlo, deberías de ir tras él. No deberías dejar que se
vaya, que se llene de canas, dice la leyenda que se ira, que volara, que curara
al mundo pero no al tuyo. Se va, juro al cielo que se ira. Es delicado el
valiente, no soporta crecer en tan hostil ambiente.
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