6.16.2012

DE LA OBSESIÓN.

Es que tú conoces el olor de la lluvia y la tierra mojada por que la lluvia trata de mojarte a ti aunque no te dejas. Es que tú conoces el olor de su perfume de su almohada cuando la corres porque ella no quiere irse pero tú la alejas. Es que tú conoces el olor de una madrugada, de un día limpio, porque tienes que ir a trabajar aunque corres sin parar a oler para no llegar tarde.

 

Pero tú no conoces el olor del oleo, no sabes medir el aguarrás y el aceite de linaza, no sabes cuánto es demasiado cobalto, no sabes a que huele el fruto de tus sentidos coordinados, unidos, homogeneizados, no sabes a que huele la pintura que acabo en tu codo, en tu espina dorsal o en tu cabello.

No conoces el olor de una libreta llena de tinta quemada, de la caligrafía vomitada con rigor, de los trazos acelerados para atrapar la idea, no sabes a que huelen las musas encerradas en las letras, no sabes a que huele el sentimiento cuando lo escupimos en el papel, cuando le damos forma, cuando rompemos la hoja, la mesa, el suelo, el país, el continente, el puto mundo entero y la puta hoja sigue intacta, no sabes.

No conoces el olor de la sangre en tu garganta, el olor de la nota exacta, del timbre necesario, de la escala perdida, no sabes el olor de la frustración del tono perfecto alcanzado y que no vuelva, no sabes a que huelen 12 horas seguidas de ensayos, de composiciones, de arreglos, no sabes a que huele el sudor del escenario que nunca paga.

No conoces a que sabe el sudor con el viento, el cansancio cercano al vértigo y el desmayo, de las piruetas y tomas y pasos, ignoras el olor del suelo friccionado bajo tus pies, no sabes a que huele cuando un ser humano trata de volar a ras del suelo, la coordinación, los segundos exactos para cada impulso que debe ser generado, el tramo recorrido en cada nueva interpretación, no sabes a que huelen diez mil espectadores con los ojos en shock mientras bailas como poseído en medio de ellos.

No conoces el olor del instinto y la evolución fundidos, no sabes a que huele la pasión y la necesidad encarnadas, ignoras como olerá la alegría y la frustración en coito. No tiene ni puta idea de a que carajos huele la obsesión.

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